EL AMOR DE DIOS NOS SOBREPASA

June 12, 2016 radioluz
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           Cada uno de nosotros lleva bien guardada su historia personal. Puede ser ejemplar o escandalosa, pero siempre procuramos cuidarla y sólo dejamos ver a los demás aquello que promueva nuestra buena fama. Cuando alguno nos acusa o nos calumnia, cuando nos cuelgan algún “sambenito” y nos apuntan con el dedo, sufrimos una especie de muerte moral, más dolorosa que los golpes físicos.
           No sabemos el nombre de aquella mujer que entró en el banquete de Simón el fariseo, pero todos la reconocieron como la pecadora del pueblo. En cierto sentido esa pecadora anónima nos representa a nosotros. Así esta breve historia asume un significado universal y nos hace ver que hay una relación intrínseca entre el amor y el perdón. El pecado rompe el orden del amor porque, cuando rechazo el amor de Dios ofendo a Aquel que me ama con amor infinito. Por esta misma razón Cristo perdona mucho a quien ama mucho; y aún más, aquella pecadora que ve cuánto se le ha perdonado, no puede hacer otra cosa que amar más.
             La página del Evangelio con la que hoy nos encontramos, queridos hermanos, nos invita a reflexionar sobre el amor que perdona y nos presenta la relación que Cristo entabla con Simón y con la pecadora. Simón invita a Cristo a su casa, pero no le ofrece los gestos de cortesía que se usan con los huéspedes: no manda que le laven los pies ni que le perfumen la cabeza. Simón no se siente un pecador, como aquellos a los que Jesús invita a la conversión. Él se considera mejor que esa gente “perdida” que lo rodea.
             La mujer, en cambio, se considera pecadora y merecedora del castigo de Dios. Pero ha escuchado a Jesús que llamaba a la conversión. Lo oyó hablar de Dios como un Padre misericordioso, como un pastor que busca la oveja perdida y que cuando la encuentra, no la castiga, sino que la carga sobre sus hombros. La mujer ha sentido un gran amor por este Dios que la está esperando. Llora por su vida desordenada, se pone de rodillas y derrama sobre los pies de Jesús su mejor perfume.
            Jesús centra su enseñanza sobre el amor y el perdón en la parábola de los deudores, al que más se le perdona, más motivos tiene para amar: Simón no siente necesidad de que se le perdone nada, por eso demuestra pocas atenciones. La mujer, en cambio, ha mostrado mucho amor. Y Jesús concluye con la maravillosa afirmación: “porque ha amado mucho, se le perdona mucho“. San Juan Crisóstomo nos alienta a confiar en la misericordia de Dios diciendo: “¿Quieres ser perdonado? Entonces ama. Porque el amor cubre la multitud de nuestros pecados“.
            El sacramento de la confesión nos ofrece este don de la gracia y es la ocasión de encontrarnos con Cristo y ofrecerle nuestras lágrimas, nuestro perfume, nuestro arrepentimiento, con la seguridad de que seremos escuchados. El perdón nos devuelve la paz y la vida.