PIDAN Y SE LES DARA

July 22, 2016 radioluz
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Hermanas y hermanos:
La petición que precede al Evangelio nos hace repetir las palabras de Jesús: “Pidan y se les dará; su  Padre sabe lo que necesitan”. A Dios le gusta que pidamos. Por eso cuando los discípulos le ruegan: “Enséñanos a orar” Él les da una lista de siete peticiones, el “Padre nuestro”. Cada vez que lo rezamos, extendemos nuestras peticiones a todos los mundos: Nos preocupamos por el plan de Dios, su nombre, su reino, su voluntad; luego pedimos pan, perdón y fuerzas para superar las tentaciones. Parece sencillo pero, claro, hay que pedir con fe, con confianza y con amor.
1. Pedir con la creencia firme de que Dios puede darnos lo que pedimos porque conoce nuestras necesidades y anhela socorrernos. Nos decimos creyentes y nadie duda de nuestra buena fe, pero en ocasiones parecería todo lo contrario. Si no es así, ¿por qué entonces recurrimos a Dios como “la última opción”?
           Colgado de un árbol en un precipicio fue encontrado un hombre congelado a un metro de la nieve. Se dice que había pedido ayuda a Dios y que éste le habría ofrecido su ayuda a condición de que soltase la cuerda a la que estaba aferrado. Tal vez nos da un poco de pena porque le faltó fe,  aunque sería más justo que nos sintiéramos al menos un poco identificados con él.
2.  Pedir con la confianza de quien sabe que Dios le dará todo lo que le pide. Muchas veces le pedimos “por si acaso”. No siempre nos acercamos con la certeza absoluta de que saldremos satisfechos. En un pueblo agobiado por la sequía se le pidió al sacerdote una procesión por los campos para obtener la lluvia. Al día siguiente se reunieron todos y el sacerdote, notablemente contrariado, les increpó: “¿Cómo es que osáis venir a suplicar la lluvia sin paraguas? o vais por los paraguas o se acabó la procesión”. Todos se volvieron por ellos y se hizo la procesión. La lluvia vino ciertamente, pero más por la confianza del sacerdote que por la confianza de la población.
3.  Pedir con amor. Ciertamente acudimos a Dios pero a veces más como funcionarios que como hijos. Y como hijos deseamos no tanto satisfacer nuestros pequeños caprichos, sino cumplir la Voluntad de Dios. Sabemos que Dios quiere lo mejor para nosotros y por ello pedimos ante todo que se cumpla su Voluntad.  Hacemos oración de petición, no para convencer a Dios para que haga lo que quiero, sino para que me convierta y pueda hacer yo siempre lo que quiere Dios. Me pongo en sus manos. No le pido que cambie su Voluntad por la mía sino que su Voluntad se cumpla en mí.
Pedir es un arte y, para el que cree, confía y ama es una expresión de su fe, de su esperanza y de su amor. Ojalá que al salir de esta misa recordemos que Dios sólo está esperando que pidamos, para concedernos lo que necesitamos. Que así sea.