PREPARAR LOS CAMINOS DEL SEÑOR

December 10, 2017 radioluz
Sabemos que el Señor llegará, pero ¿Cuándo? ¿Cómo? Como los ladrones, dice San Pablo; cuando menos se los espera. Algunos creen que el Señor tarda en cumplir su promesa. Lo que sucede es que no tiene prisa sino que espera con paciencia a que todos nos arrepintamos; quiere hallarnos en paz con Él. La Navidad que se aproxima será el cumplimiento de la profecía de Juan: “Yo os he bautizado con agua; detrás de mí viene otro más poderoso, Él os bautizará con el Espíritu Santo”.
Hermanas y hermanos:
1.  Los ermitaños atraen a las turbas. Son profetas que “anuncian el sentido de la realidad humana”, pero que también “la interpretan”. Es lo que sucedió con Juan Bautista que estaba entre la gente despertando esperanzas mesiánicas. Juan es la voz que grita en el desierto. El contenido de su predicación coincide perfectamente con el de Cristo ¿Qué relación podemos encontrar entre Juan y Cristo? Lo dice bellamente San Agustín: “Es la relación entre la voz y la palabra. Juan es la voz, Cristo es la Palabra; el primero es un sonido, el segundo la articulación, mensaje, plenitud de la verdad”.
2.  La voz dominante del primer domingo de Adviento fue: “Vigilad”; la del segundo es “Convertíos”. La gente se preguntaba después de escuchar la predicación de Juan: “¿Qué debemos hacer?”.  Es la misma pregunta que nos hacemos ahora frente a los desafíos de un mundo enigmático que nos inquieta y que nos exige transformaciones profundas en nuestras costumbres morales. Nuestro mundo está cambiando. No faltan voces proféticas que despiertan las conciencias, pero unos prefieren no oír mientras otros huyen de la reflexión y del respeto del orden moral. Cuando los valores se derrumban, hay todavía quien vuelve a hacerse la pregunta: “¿Qué debemos hacer?”.
3.  Una conversión no es un cambio superficial sino una renovación profunda. Muchas veces nos conformamos con constatar que algo está cambiando y pensamos con ello que ya nos hemos reformado. ¡Necesitamos llegar a decisiones radicales! No basta un cambio de situaciones, sino decisiones que sean fruto de un nuevo modo de concebir la vida, un nuevo modo de amar.
El adviento es la maduración de nuestra esperanza. La persuasión de que la venida del Dios que viene a salvarnos es inminente. Vamos a armar el Belén, vamos a iluminar nuestras calles y plazas con luces de colores, vamos a saborear aguinaldos y turrones, pero sólo será Navidad si nuestro corazón vive en gracia y en paz con Dios.
Ha comenzado ya la espiral tentadora de compras y regalos. La sociedad de consumo nos envuelve en su red. Pero ¿es esa la preparación de la Navidad cristiana? ¡Algo tiene que cambiar en el Adviento 2008! ¿Se notará que hemos aceptado a Cristo como criterio de vida, con sus actitudes y su mentalidad? Los cambios de la sociedad comienzan en el compromiso de la familia cristiana y éste en la conversión del corazón de cada creyente. Pidamos a Dios que así sea.