EL ENIGMA DE LOS TALENTOS

November 25, 2017 radioluz

Las tres lecturas de hoy son un canto al trabajo, a la actividad, a saber aprovechar el tiempo, porque nunca sabemos cuándo se nos acaba. La parábola descrita por Jesús da el tono al mensaje bíblico de hoy: hay que trabajar los dones recibidos; no sólo no malgastarlos sino multiplicar sus frutos.
Hermanas y hermanos:
1. Muchos cristianos entienden la fe como un esconder y conservar los dones recibidos, como hace el criado condenado por Jesús en la parábola; saben que Dios los salva, saben también que puede venir por sorpresa, pero olvidan que cuando venga nos va a preguntar por la calidad de nuestro amor y de nuestra luz; que nos va a preguntar, en definitiva, por nuestros hermanos: la fe de mi hermano, su esperanza y su felicidad son fruto de lo que yo he recibido.
Como dice el sabio refrán castellano: “A Dios rogando y con el mazo dando”. La fe es uno de los talentos que debemos hacer rendir. Somos depositarios de algo que tiene un valor más fabuloso que las enormes cantidades de dinero citadas en la parábola. Enterrarla en el mero cumplimiento, en la rutina o en la estricta intimidad es hacerse merecedores de la condena del Señor. Es preciso vivirla, alimentarla, testimoniarla y contagiarla.
2. El talento no se gana, se recibe gratuitamente. Los tres empleados de la parábola reciben el mismo regalo pero en diferente cantidad. En la vida cristiana el punto de partida no está representado por la nada. No se parte de cero. La existencia se construye con un material que se ha puesto a su disposición y que se ha dado gratuitamente. Todo es gracia, y la tarea, por nuestra parte, no es más que la respuesta a un don que nos hemos encontrado entre las manos. El “Amo”, pues, nos entrega algo para que trabajemos y este algo se hace “nuestro”.
3. La pregunta de hoy es doble y bien clara: ¿Hacemos fructificar realmente todas las posibilidades que tenemos? Y este fruto ¿está al servicio del Reino de Dios? No basta con enterrar los talentos recibidos ni mucho menos negociar con ellos para provecho propio: hay que negociar para el dueño que nos los ha confiado. Y detrás de esta doble pregunta tiene que haber un convencimiento básico: el convencimiento de que trabajar y negociar para este dueño es lo más grande y lo más valioso que es posible hacer en esta vida.
A la luz del Evangelio hagamos un examen de conciencia. Primero sobre la pereza y la desidia. ¿Cómo utilizamos nuestros talentos de conocimientos, de tiempo y de dinero? ¿Uso mis talentos para servir a los pobres? ¡La vida hay que planteársela con seriedad! Ojalá se nos puedan decir también a nosotros las palabras pacificadoras que Pablo decía a los cristianos de Tesalónica en la segunda lectura de hoy. “Todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no estamos en la noche ni en las tinieblas”.