SANTIDAD FAMILIAR

December 30, 2017 radioluz
La fiesta de hoy es una invitación a que valoremos y orientemos la vida de nuestra familia a la luz de la de Nazaret. En el clima de Navidad, celebramos  a la Familia que formaron María, José y Jesús. Pidamos a Dios que sea para nosotros una lección de vida familiar y un estímulo para santificarnos en el ambiente de nuestro hogar.
 Hermanas y hermanos:
1. La Familia de Nazaret es para nosotros una verdadera escuela de virtudes. Nos acercamos a esta Familia con infinito respeto y con el deseo de revisar la nuestra. En ella encontramos la plenitud de la comunión interpersonal y del pacto conyugal y de las relaciones entre padres e hijos.
Dios ha querido encarnarse en una familia humana. El que era «de la misma naturaleza del Padre», se hizo uno de nosotros y «compartió en todo nuestra condición humana menos en el pecado». Quiso nacer y vivir en una familia, y por añadidura, pobre, de trabajadores. Una familia que tuvo la amarga experiencia de la emigración y las zozobras de la persecución.
2. La familia cristiana viene a ser como un pequeño milagro. En ella florecen, contra viento y marea, los valores más preciosos de la vida -precisamente aquellos que no pueden comprarse con dinero-: el amor que se entrega más al que más lo necesita, el perdón gratuito, la fidelidad sin límites.
Una convivencia familiar basada en el amor no es sólo una condición indispensable para un crecimiento humano sino también una condición para poder descubrir qué significa que Dios es Padre, que nos ama, que espera de nosotros una respuesta de amor. La familia es nuestro nido natural, donde recibimos cariño y cuidado, calor y alimento, refugio y valor, fe e ideales. Nos marca de tal manera que siempre conservamos querencias familiares.
3. La familia cristiana ha de llevar hasta sus últimas consecuencias las exigencias del amor: se da sin límites, se ayuda sin límites, se responsabiliza sin límites, se respeta sin límites, se conoce sin límites. Hay en toda ella un toque de misterio y una sobreabundancia de gracia.
La familia es lugar privilegiado de encuentro y amor, lugar privilegiado de comprensión y perdón, lugar privilegiado de creatividad y superación, lugar privilegiado de la presencia de Dios, o sea, un sacramento natural. Contando con esta presencia de Dios en la familia, todas las dificultades se pueden superar; las gratificaciones prevalecerán sobre las discusiones, la creatividad sobre las rutinas, la libertad sobre la costumbre, las satisfacciones sobre los vacíos, la presencia y valores sobre los problemas, las alegrías sobre las penas, la presencia y amistad sobre la soledad. Sólo nos queda pedir a Jesús, a María y a José que bendigan nuestro hogar y lo conviertan también en escuela de virtudes y camino de santidad. Que así sea.