Hermanas y hermanos:
Hay dos cosas que me llaman la atención en este evangelio; la primera es el hecho de que Jesucristo y sus discípulos siempre van en camino. La segunda es el encuentro constante de Cristo con nuevos seguidores. A algunos él les pide: “Ven y sígueme”; otros, en cambio, le prometen: “Te seguiré a donde quiera que vayas”. ¿Acaso no nos ocurre a nosotros lo mismo en los momentos importantes de la vida? Intentemos descubrir que quiere enseñarnos Jesús.
1. Cristo en camino. Su vida pública es un continuo ir y venir por las tierras de Israel llevando la buena noticia de la salvación y preparando su llegada a Jerusalén, en donde culminaría su misión con su muerte y resurrección. También nosotros un día salimos de nuestro pueblo y comenzamos a caminar, como siguiendo una inspiración. Nos pusimos en manos de Dios y fuimos encontrando poco a poco nuestro destino. Él nos llevaba de la mano y nos mostraba nuevos proyectos. ¿Hemos caído en la cuenta de que nuestra vida sólo tiene sentido si buscamos hacer la Voluntad de Dios?
2. ¿Qué significa ser cristiano hoy? Es cristiano el que encuentra en Cristo la razón suprema de vivir. Quizás le hayamos dicho: “¡Te seguiré a dondequiera que vayas!” Pero Él nos advierte: “el que me sigue sufrirá privaciones, cansancio, no tendrá donde dormir”. Dios llama a cada uno, pero no todos responden de inmediato. Algunos ponen excusas. Es fácil querer ser generoso poniendo condiciones: “Te seguiré, pero… déjame ir a despedirme”. Y Jesús responde: “El que pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás, no es digno de mí”. Es como si le diéramos las llaves de nuestra vida y le permitiéramos entrar en nuestra casa y vivir en ella, “pero que no entre a esta habitación, ni se siente en esta silla, ni abra estos armarios”.
3. Tenía razón Gandhi cuando veía nuestras incoherencias; decía: “Me gusta Cristo, pero no los cristianos porque no viven como Cristo”. En el pasado de nuestra vida hemos dejado muchas cosas, algunas incluso muy buenas, pero cuando hemos hecho una opción fundamental por Cristo sólo queda mirar hacia delante. Nuestra felicidad depende de la entrega total, aunque sea contracorriente, aunque nos cueste. Tenemos la seguridad de que nunca estaremos solos porque Cristo estará con nosotros hasta el último día de nuestra vida.
Jesús es radical, espera de nosotros una entrega total. Ser cristiano hoy, exige valentía y firmeza porque hay que superar sentimentalismos e intereses personales. La opción de vivir de acuerdo con los mandamientos de Cristo, hace que todas las demás cosas pasen a segundo plano: trabajo, tiempo, diversiones, dinero. Muchas veces tendremos que caminar contra corriente, frente a las costumbres, modas, opiniones que no concuerdan con el Evangelio. Esto sólo puede entenderlo el que ha comprendido que “lo único necesario” es Dios; entonces todo lo demás se convierte en algo relativo. Hermanas y hermanos: ¡Sólo tenemos una vida! Vale la pena dedicarla a lo único necesario. ¡Mi vida es para Dios!