ORAR SIEMPRE SIN DESANIMARSE

October 16, 2016 radioluz
Hermanas y hermanos:
El evangelio de hoy nos da la clave para encontrar nuestra felicidad. Nosotros, que muchas veces nos dejamos llevar por el dulce atractivo de ser más, tener más, valer más, a veces vemos la oración como algo innecesario, ridículo e incluso inútil. ¿Para qué sirve rezar? ¡El hombre moderno cree que lo único importante es la acción, el esfuerzo personal, la programación, las estrategias, los resultados!
1. Pero Cristo nos presenta aquí la oración como algo necesario en esta vida. Nos enseña que el hombre vale por lo que es y es lo que ora; y cuanto más ore, mejor será escuchado por Dios. No es que Cristo quiera hacerse del rogar. Él podría darnos lo que necesitamos sin que se lo pidamos; lo que espera es que le mostremos el amor que le tenemos. ¿Para qué sirve rezar? Sencillamente para vivir. La oración es eficaz sobre todo porque transforma nuestra vida.
2. Hay que orar con toda la persona, la mente, el corazón, la voluntad; pero también, orar siempre, sin desfallecer. El amor nunca se cansa. Un novio ¿se cansa acaso de decirle a su novia cuánto le ama? Si se aman sin interrupción, minuto a minuto, la vida se vuelve llevadera, las “ganas” de orar, las “ganas” de amar, surgen espontáneas porque para el que ama no hay límites, ni barreras.
3. Nuestra vida cristiana está llena de peticiones insistentes. Cuando los hijos quieren un juguete, lo piden al padre. Si no reciben respuesta rápida, comienzan a inquietarse y atacan de nuevo. Si siguen sin conseguirlo, no dejan de intentar y piden y vuelven a pedir. Sólo tienen una meta: que le compren el juguete.
También los padres piden mucho. Cuando el señor quiere un aumento del salario, acude al jefe. No sólo una sino varias veces. Y a base de tozudez logra un dinero extra. Y las señoras también tienen sus gustos. Si les atrae salir de compras, acuden al marido. A base de dulces palabras y de caricias, convencen al esposo y logran su objetivo.
4. Si vivimos orando, podremos enseñar a orar y transmitir nuestra experiencia. Y el primer medio es el recuerdo de Dios. Enseñaba San Pedro de Damasco: “Si ves la luz, recuerda a Aquel que te la ha dado; si contemplas el cielo, el mar, la montaña, alaba al que los ha creado. Si te pones un vestido, piensa en quien te lo ha regalado, así tu alma gozará siempre”. Pero no basta hablar de Dios, esto lo puede hacer un ateo. Hay que hablar con Dios. Quien evangeliza sin rezar, termina por no evangelizar.
Para Jesús, orar, quiere decir hablar con nuestro Padre. Hablar con Dios con la confianza con que habla un niño con su madre. Confiemos en Dios con la certeza de que nos dará lo que le pedimos. ¡Ánimo! ¡Sin miedo! ¡Acribillemos a Dios con nuestras plegarias!