DIOS NOS PIDE UN CAMBIO DE VIDA

December 11, 2016 radioluz
Cada año, por estas fechas de Adviento, recordamos las palabras de Juan Bautista: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos». Los senderos son nuestros modos de pensar, de comportarnos, de vivir. En una palabra, es nuestra propia vida. Cristo viene a enderezarla, es decir, a que sea cada vez más una vida de hijos de Dios y cada vez menos una vida de hijos del mundo.
Hermanas y hermanos:
¿Qué significa “convertirse”? El término conversión supone aceptar que nos hemos equivocado de camino, reconocer nuestros límites y encomendar a Dios el cuidado de salvarnos. No se trata de un simple remordimiento de conciencia, de lamentar el pasado, sino de un compromiso positivo dirigido hacia lo que Dios espera de nosotros. Si tú quieres seguir a Jesús tendrás que hacer un vacío en ti mismo. Convertirte va a significar un cambio de mentalidad y una nueva orientación de la vida. ¡Atrévete a revisar la escala de valores que te mueve a actuar, derriba todo lo que te separa de los demás!
Dios ofrece la salvación a los hombres sometidos al pecado, y pecadores somos todos. ¿Quién puede decir que todo lo hace bien y que no deja de hacer nada de lo que debería hacer? La primera exigencia en la aceptación de la salvación es la de salir del pecado, esforzándonos por hacer siempre el bien y evitar el mal, vivir para los demás. Sólo así podrás poner en práctica el mandamiento nuevo del amor sin fronteras, en el que se identifican el amor a Dios y al prójimo.
Para que este cambio de vida no sea superficial o ilusorio, debe comenzar con una reflexión seria sobre el tipo de vida que estamos llevando. ¿Cómo vivimos? Hay un estilo que nos invade y que quizá sea ya el nuestro: ¡el consumismo! Terminamos por creer que lo más importante es poseer cosas, tener todo cómodo y confortable, satisfacer nuestros instintos. Los verbos que dominan nuestra conversación son: tener, ganar, invertir, consumir. Entonces nuestra vida queda dominada siempre más y más por el egoísmo y el materialismo.
La Navidad de hace dos mil años, cuando Jesús nació en Belén, no fue más que la inauguración de un tiempo nuevo, pero no el hecho final y completo. Porque todavía tenemos mucho que crecer en la justicia y en la paz. Sólo hay un modo eficaz de preparar el nacimiento de Jesús en nuestro corazón: Que esté limpio y lleno de gracia, como el corazón de la Santísima Virgen María. Por eso en estos días de fiestas de María y de posadas lo más natural sería acudir al sacramento del perdón que es la confesión y al sacramento de la pureza que es la comunión. Que así sea.