EL PODER DE LA FE

August 12, 2017 radioluz

Las olas y el viento del lago sacudían y hacían casi naufragar la barca de los discípulos. Son un buen símbolo de tantas situaciones personales que se van presentando de tanto en tanto en nuestra vida. ¿Quién no experimenta dificultades? ¿Quién no sufre alguna vez ese miedo tan grande como el de los discípulos? En todo caso, si como Pedro dudamos y pedimos como prueba que nos haga caminar sobre las aguas, también sepamos decir con él “Señor, ¡sálvame!”
Hermanas y hermanos:
1. Jesús sabía hacer milagros y aquella noche realizó uno excepcional: afianzó la fe de Pedro haciéndolo caminar sobre el agua. La barca donde navegan los demás representa a la Iglesia de todos los tiempos; siempre amenazada por vientos contrarios y sometida a todos los miedos, pero sostenida por otro gran milagro, el de la Palabra de Cristo: “¡Ánimo, no tengáis miedo, soy yo!”. Nos sucede que por falta de fe dudamos como Pedro; Y no es porque no conozcamos a Cristo, sino porque no lo amamos suficientemente. “A Dios no hay que entenderlo, hay que amarlo”.
2. El plan de Dios sobre cada uno de nosotros sólo se hará realidad en la medida de nuestra fe porque éste va a ser el motor de nuestra vida. La falta más grande del cristianismo, es el miedo, la desconfianza, la falta de fe en el poder del maestro. La fe no nos abre el camino de lo fácil. La fe nos permite caminar en medio de la oscuridad, entre obstáculos, con los mismos problemas que el resto de la gente, pero con la única seguridad de una mano que nos sostiene como a Pedro, no para llevarlo a la orilla, sino para hacerle atravesar la tempestad. La fe no nos dispensa de las fatigas del hombre, ni elimina las responsabilidades de la vida, no nos facilita la subida; simplemente le da sentido a todas las cosas.
3. Jesús también hoy camina en medio de la borrasca de nuestros acontecimientos. Con Él a nuestro lado no debemos temer nada: “Ánimo, soy yo, no tengáis miedo”. San Ambrosio comenta este pasaje: “Si el lobo te ataca, coge una piedra y escapará de inmediato. Tu piedra es Cristo. Si te refugias en Cristo el lobo escapará y no podrá asustarte ni amenazarte. “Esta es la piedra” que Pedro buscó cuando dudó en medio de las olas, y la encontró aferrándose a Cristo”
Para ser testigos de la fe en nuestros días hay que tener la valentía de aceptar etiquetas que nos dejan marginados. Compara tu actitud con las de los cristianos del siglo II que describe la carta a Diogneto: “Aman a todos y todos los persiguen. Son pobres pero enriquecen a muchos. Carecen de muchas cosas pero encuentran todo sobreabundantemente. Son despreciados pero en ello encuentran su gloria. Los hieren en la fama mientras dan ejemplo de justicia. Los injurian y bendicen, son tratados con ignominia pero ellos pagan con honor. Aunque hacen el bien los castigan como malhechores; pero cuando son castigados se alegran como si les dieran la vida”.