Dios es amor. El amor no se opone a la justicia sino que va más allá. La parábola de los jornaleros hace una fotografía del corazón de Cristo que da la misma oportunidad a todos y que recompensa por encima de todas las expectativas. La misión del cristiano consiste en servir a los demás con una actitud de entrega sin condiciones, con libertad y con amor. ¡Qué lejos estamos de ese ideal de perfección!
Hermanas y hermanos:
1. Dios nos ama por lo que somos y no por lo que hacemos. Esta parábola no pretende instruirnos sobre propietarios, trabajadores y jornales, sino hablarnos de lo que ocurre con el Reino de Dios. Nos cuesta entender que los caminos del Señor son distintos de los nuestros. El se presenta como un amo generoso que no toma en cuenta la rentabilidad de nuestras acciones, sino que nos paga con un amor gratuito e inmerecido. “No por nuestros méritos sino conforme a tu bondad“. Esta es la buena noticia del evangelio.
2. Cometemos un grave error cuando queremos aplicar la medida de nuestra justicia humana que siempre va a ser injusta. En vez de parecernos a Dios, intentamos que él se parezca a nosotros con salarios, tarifas, comisiones y porcentajes. Queremos comerciar con él y que nos pague puntualmente el tiempo que le dedicamos, que prácticamente se reduce al empleado en unos ritos sin compromiso, a unas oraciones sin corazón, a unos sacramentos sin fervor. Queremos un Dios “justo“, que dé a cada uno lo “suyo”, que dé más a quien más produce y menos a quien rinde menos, que lleve minuciosamente la contabilidad de cuanto hacemos para pagarnos por ello de modo proporcionado, equitativo.
3. El Dios que nos presenta la parábola es el Dios generoso que no condiciona sus dones a nuestros méritos, el Dios que no espera recibir para dar, el Dios gratuito que nos ama por nosotros y no por lo que hacemos. Lo que irrita a los jornaleros es la injusticia de que creen ser víctimas no porque reciban una paga insuficiente, sino porque ven que el amo es bueno con los otros.
Existen cristianos que creen que la religión consiste en lo que ellos dan a Dios. Y no, la religión consiste en lo que Dios hace por nosotros. Mentalidad de mercenarios. No entienden que es peligroso exigir a Dios «lo que es justo». El verdadero obrero, según el corazón del Señor, es el que se desinteresa del salario. El que encuentra la propia alegría en poder trabajar por el Reino.
Ser llamados al servicio de Cristo es una gracia; pero cuando nuestro encuentro con Dios en la fe tiene lugar después de mucho tiempo de espera, podemos hablar de un don gratuito y generoso. Siempre debemos mirar arriba, abrir los corazones para acoger el don de Dios, y decirle: ¡Gracias, Señor! Eso es lo que ahora vamos a hacer en la eucaristía.
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September 23, 2017
radioluz